Estudios
Críticos e Investigación
Recepción
Crítica de la Obra de Marta Brunet*
Berta
López Morales
Universidad del Bío-Bío
1. Privilegios y desencuentros
Han
transcurrido aproximadamente treinta años desde la
muerte de Marta Brunet y más de setenta desde la aparición
de su primer libro, Montaña
adentro; igual cantidad de años nos separan de
aquellas primeras repercusiones, ecos, aplausos y/o pifias
que rodearon la aparición de éste y de sus otros
libros posteriores. ¿Qué tuvo de notable esta
chillaneja precoz, que hace noticia en el ámbito nacional
e incluso internacional, a partir de 1923, considerando su
extremada juventud, la casi nula figuración de las
mujeres en actividades artísticas y culturales en los
comienzos del siglo y la crisis que parecía atravesar
la creación literaria chilena, la cual, en búsqueda
de su identidad intentaba enraizar en el campo, en lo vernacular
y en lo criollo?1
.
Estas tres consideraciones explican el éxito de las
primeras obras de Marta Brunet, pues ninguno de los críticos
que comentaron Montaña adentro dejó de mencionar
la juventud de la autora, no porque este hecho en sí
fuera importante, sino por la maestría que una tan
novel creadora exhibía2
frente a otros escritores más experimentados. Estos
comentarios destacan el manejo brillante que la autora hace
del lenguaje, la concisión del estilo, "la precisión
y exactitud del idioma"3
. Sin embargo, lo mismo que despertó el aplauso sirvió
para fustigar el estilo de su segunda novela, Bestia
dañina: "no hay un arte refinado, exquisitez
y vibracón verbal", donde el apresuramiento de
la construcción novelesca resta a las palabras una
vida propia, tan característico en el estilo de Marta
Brunet4
. La desenvoltura narrativa
fue otro de los aspectos que atrajo la atención de
los críticos, pues la escritora evidenciaba un profundo
conocimiento de la realidad y de la vida de nuestros campos;
sin complacencia y con un desapego que otorgaba fuerza y verdad
al mundo novelesco creado por ella, fue capaz de proyectar
su obra más allá de lo puramente localista hasta
alcanzar dimensiones universales, sobre todo a partir de Humo
hacia el sur y posteriormente en María
Nadie, La Mampara y Amasijo.
El
paso de los años profundizó el talento de Marta
Brunet y la convirtió en maestra de la prosa, al margen
de los deslices, descuidos e incluso decadencia que algunos
críticos han señalado en relación con
estas últimas obras. Felizmente, las críticas
y comentarios sobre estas novelas son contradictorios; así
lo que para unos delata "maestría que no es necesario
encarecer"5
, en otros, el perfeccionamiento del estilo resta el brillo
y la frescura de sus primeros libros6
; o cuando alguien se
apresura a subrayar el escaso "poder creador" y
el "aporte artístico muy pequeño"
que María Nadie representa
para las "letras de su patria"7
, otros sostienen que esta sintetiza los mejores atributos
de su obra anterior8
. Tampoco son raros los juicios irónicos que relacionan
el "ser chileno" y la chilenidad de la obra de Marta
Brunet: "visión objetiva de la vida (...) con
una especie de desgano realista (...) sensibilidad muy especial
que va de lo cursi a lo bello, de lo delicado a lo soez, de
lo cómico a lo trágico...", atributos de
lo chileno y "uno de los defectos más serios en
la prosa de Marta Brunet"9
.
En síntesis, el transcurso del tiempo ha confirmado
los juicios positivos que saludaron sus primeras novelas y
el Premio Nacional de Literatura conferídole en 1961
ha resultado el espaldarazo final de aquella promesa juvenil.
La segunda consideración que se ha de tener presente
en la revisión de la crítica sobre la obra novelística
de Marta Brunet se relaciona con la escasa participación
de las mujeres en las actividades creativas, artísticas
y culturales de comienzos de siglo: "parece la obra de
un hombre, pero de un gran talento, que conoce a fondo la
lengua castellana y al mismo tiempo el lenguaje popular chileno",
habiendo confesado previamente, que comenzó a leer
no sin prejuicio: "comencé a leer con el ánimo
preparado para varias impresiones desagradables: lo artificial
del tema, la carencia de observación y conocimiento
de la vida, la pobreza del lenguaje, lo amanerado y dulzón
del estilo. Me imaginaba un libro de señorita inteligente
que tiene medios para hacer una edición" para
reconocer que pese a sus aprehensiones, "No pudo soltar
el libro mientras no doblé la última página"
y concluir que "hay en toda ella un vigor de concepción
y ejecución que son fundamento de un trabajo de arte
sin sexo de autor" y para insistir de manera conclusiva
que "Este es un escritor; no una escritora, aunque sea
una dama"10
. Los
juicios negativos al respecto son prácticamente inexistentes
y casi todos los críticos hacen hincapié en
una suerte de virilidad manifiesta en su escritura y como
garantía de su calidad, Alone afirma que: "Marta
Brunet podría definirse un Baldomero Lillo que sabe
escribir" y que "Por su frase rápida, nutrida
de hechos, limpia de inciso, directa, clara, franca, por su
horror a las disgresiones inútiles y a las vagas languideces
femeninas, por su magnífica realidad (...) por su perfecto
equilibrio de proporciones y hasta cierta libertad viril en
la ironía de la autora (...) recuerda muchas cualidades
del escritor francés que ha llegado más cerca
de la absoluta perfección: Guy de Maupassant".
Su elogio lo lleva a afirmar categóricamente que: "No
conocemos ningún escritor nacional de quien pudiera
decirse otro tanto"11
.
Sin embargo, hubo otros críticos que vislumbraron
en la narrativa de Marta Brunet una sensibilidad femenina,
distinta de la masculina, y patente en el protagonismo de
la mujer en todas sus novelas, para Guillermo de Torre12
"los hombres que en ella
aparecen solo están vistos desde el lado de la mujer,
en función de ella, como sus reflejos mentales"
creando un "universo femenino (...) que solo una sensibilidad
de mujer sabe captar". Rodríguez Monegal13
comparte esta visión, "pero
no un universo femenino por su blandura o muelle sensualidad"
sino porque "La mujer es, en sus relatos, un ser poderoso
y entero: es capaz de soportar la traición o la violencia,
capaz de ser burlada y rescatar, completa, su virtud, capaz
de entregarse con profundo devoción. No es un ser tallado
de una sola pieza, solo paciente y sufrida superficie".
Hay también quien señala un incipiente "feminismo"
en la obra de la escritora que se manifiesta en la intención
de "vengar el vejamen ancestral de la hembra sorprendida
en su buena fe"14
, a través de la temática
de sus primeras novelas. Aunque las interpretaciones pueden
ser divergentes, lo cierto es que, a partir de Humo
hacia el Sur, la crítica coincide en señalar
como aciertos de la obra de Marta Brunet la creación
de personajes femeninos con rasgos más universales
y perdurables: "Hay una intensidad de caracteres sellada
en cada uno de los personajes (...) Su penetración
en cuanto a las figuras masculinas, no declina (...) las personas,
el paisaje y los lugares están descritos con esa breve
minuciosidad de los monogramas, de las miniaturas bordadas"15
, para Rossel16
"La gris vida pueblerina se anima de interés por
la manera cómo Marta Brunet trama la urdimbre del relato,
poniendo en movimiento las pasiones lugareñas y perfilando
a los personajes más connotados del pueblo", quienes
sobreviven al relato. Para Lillo17
el "don de interpretación sicológica, escaso
en la literatura chilena, casi toda ella descriptiva",
hace entender porque fue premiada como el mejor libro del
mes en Argentina por un jurado compuesto por Enrique Amorin,
Adolfo Bioy Caseres, Ricardo Baeza, Pedro Henríquez
Ureña y Jorge Luis Borges.
Con respecto a María Nadie
Silva Castro18
afirma que "la literatura chilena parece abrir la pista
a la novela propiamente femenina, a la cual, por la varonilidad
de su talento, Marta Brunet hasta hoy parecía poco
inclinada". Como puede observarse, la obra de Marta Brunet
fue juzgada con cierta miopía que llevó a privilegiar
aquellos aspectos que rompían con los supuestos implícitos
de lo que podía ser una escritura femenina, con las
expectativas nacidas de los prejuicios y contradictorias con
los resultados estéticos de su creación. De
este modo, no es extraño que la crítica haya
descuidado referirse a su concepto de lo femenino, a los elementos
que conforman el mundo cotidiano de la mujer y toda la problemática
que la involucra, tanto en sus relaciones con la sociedad
como con la naturaleza, privilegiando -como ya se ha señalado-
su peculiar estilo, su concisión y su manejo del idioma
como atributos de una concepción casi varonil del acto
creador.
Finalmente, es necesario considerar en la recepción
de la obra de la escritora chillaneja el papel que desempeñan
las escuelas y tendencias en los actos creadores, la participación
de los intelectuales en la definición de la identidad
cultural de un país y la adhesión de estos hacia
determinadas ideas, elementos que determinan y orientan la
obra del escritor en la mostración del mundo. Marta
Brunet no estuvo ajena a las preocupaciones de su época
y por esta razón se le ha otorgado a su quehacer literario
el calificativo de criollista19
.
Según algunos, injustificadamente, dado que recoge
"una profunda y radical experiencia humana"20
o porque sus primeras novelas,
Montaña adentro, Bestia
dañina y María
Rosa, flor de Quillén, "marcan el tránsito
desde lo vernacular hasta lo universal, hasta la estilización
artística" (de Torre, 1953) aunque no por ello,
exenta de resabios localistas, característicos de una
literatura que se quiso nacional, propia, autóctona,
genuina, etc. En esta perspectiva, los comentarios tendieron
a encasillar a la escritora en este proyecto generacional,
subrayando lo más representativo de un quehacer que
intentaba rescatar, como solicitaba Emilio Vaisse, los temas
de Chile, sus tipos humanos y su paisaje. En este sentido,
son frecuentes las afirmaciones que enfatizan la peculiar
descripción que Marta Brunet hace del paisaje: "el
río charla y coquetea. Los árboles deliberan
o ríen. El viento es burlón. Animismo puro"21
, u otras
que resaltan el carácter genuinamente chileno de su
obra, porque en ella está presente "el alma popular
con sus sombrías pasiones, sus fatalidades, su poder
de resistencia para el trabajo y para el sufrimiento, sus
amores silvestres y sus traiciones medio inconscientes, sus
crueldades, sus venganzas y sus sacrificios generosos... "22
. Pero del mismo
modo que la temática de su obra concita el aplauso,
también despierta la animosidad y el rechazo; las limitaciones
propias de seres sin educación ni cultura, como los
huasos y labriegos que pueblan el universo novelesco de marta
Brunet, resultan en falencias de la novela. "Esa gente
de instintos salvajes, supersticiosa, ignorante, fatalista,
más o menos estúpida, acaba por fastidiar y
nos embrutece", lo que hace a Pedro Nolasco Cruz23
recomendarle
a la autora que "se ejercite en asuntos más elevados".
La contradicción que se advierte en la valoración
de la obra de Marta Brunet reproduce entre los críticos
la polémica entre criollistas e imaginistas y constituye
una de las variables que enmarca la recepción de la
narrativa de la época. Sin embargo, esto no significa
que su obra pueda considerarse transgresiva del código
literario-narrativo dominante en Chile durante este período,
por el contrario, ella cumplía con las exigencias de
la norma literaria vigente en términos de mostrar la
realidad rural, los personajes típicos de ella, el
paisaje y la naturaleza; incluso realizaba la misión
extraestética de dar a conocer y enseñar lo
propio y distintivo de nuestro país. Pero, como afirma
Morello24
, "a este criollismo ella aporta nuevos motivos, aplica
una sutileza de ahondamiento psicológico y una propia
medida en el aprovechamiento estético del medio, vale
decir, del paisaje".
Por otro lado, teniendo en cuenta la precocidad de Marta
Brunet para la creación de una obra "madura"
como lo fue Montaña adentro,
cabía esperar una evolución en su proceso creador,
el cual habría cristalizado en su última novela
Amasijo (1962) que lejos de
recibir el aplauso unánime, coloca en discusión
la capacidad de la novelista para alejarse de sus temas habituales,
"pues la autora parece no haber podido superar su Montaña
adentro, que escribió cuando sólo tenía
veintidós años"25
. Pero también, el criollismo,
al que adscribiera la escritora, constituye el eje desde el
cual se valora su reciente obra que marcaría la culminación
de "una trayectoria de relevantes méritos humanos
y artísticos y tratándose del valor más
alto que tiene nuestra literatura criollista o vernácula
a través de toda su historia, no hace más que
confirmar su sólido prestigio", en palabras de
Miguel Angel Díaz26
;
olvidando que en Amasijo, Marta
Brunet incorpora el tema ciudadano y una problemática
muy contemporánea, donde lo único persistente
sigue siendo la gravitación de los personajes femeninos
en el universo novelesco creado por la escritora; para Eleazar
Huerta "el protagonista resulta sólo aparente,
se reduce a señuelo técnico y a campo de batalla
de los seres fuertes que lo van determinando, mujeres todos:
Lina, su madre; Benedicta, su ama de llaves; Teresita, su
conocida del parque"27
.
La época fue capaz de reconocer los méritos
de la obra de Marta Brunet en función de los parámetros
ya señalados: en la medida que sus primeras obras eran
el fruto de una escritora novel e inexperta, concitó
las alabanzas por el rigor del lenguaje, por su adjetivación
precisa, por su objetividad e impersonalidad en la narración
y por la fuerza dramática que emana de ellas. En general,
se valora el estilo de la novelista, que en sus obras posteriores
se reafirma y consolida hasta ser reconocida por ello como
una de las mejores novelistas chilenas. En cuanto a la apreciación
de su obra en la perspectiva de una literatura femenina, mayoritariamente,
esto no se consideró y si lo fue, sólo se señaló
en forma tangencial y sin relevancia para una eventual interpretación
de su obra. Recuérdese la calificación de su
prosa como arte de hombres por la reciedumbre de su arquitectura
y la no pertinencia del género en la creación
artística. Del mismo modo, su galería de personajes
femeninos que alcanzan dimensiones universales fue observada
bajo el prisma del criollismo en boga y como una leve insinuación
de denuncia social, en un modo signado por la fatalidad y
la resignación.
Como era de esperar, los privilegios están acaparados
por la norma literaria en vigencia y la fidelidad de las obras
en la ejecución de las reglas del código. En
esta perspectiva la crítica destacó los elementos
que en la obra de Marta Brunet tendían a la creación
de una literatura nacional, tales como el habla popular del
campo, la idiosincracia del campesino, el énfasis en
el paisaje, advirtiendo la originalidad de una obra impregnada
"de un criollismo personalísimo, de un paisaje
humanizado"28
. Así, no es raro que el "universo femenino"
al que alude Rodríguez Monegal haya sido postergado
y su sentido supeditado a la potenciación de una literatura
que buscaba identificar al lector con sus raíces. Sin
embargo, "la escritora no nos ha pintado el falso huaso,
lleno de colorines y dicharachos, héroe de topeaduras
y de cuecas, caballero heroico del corvo, sino que penetra
en una realidad más dura y descarnada: el huaso, el
campesino que sufren su tragedia, pero captada con honda capacidad
comprensiva"29
. Sin lugar a dudas, los desencuentros
con la obra de Marta Brunet son producto del horizonte de
expectativas de la época, pero el balance es ciertamente
positivo a la hora de rescatar como juicio unánime
que su narrativa constituye una superación del criollismo
tradicional y de sus técnicas para erigirse, aun desde
el rincón, en obra de valor universal.
2. Efectos y defectos de lectura
La
revisión de la crítica en torno de la novelística
de Marta Brunet nos lleva a reflexionar sobre el papel que
desempeñan las condiciones histórico-sociales
en la recepción literaria, determinado de este modo,
efectos y defectos sobre las múltiples lecturas de
un texto literario dado. ¿Es posible que la narrativa
de Marta Brunet haya contribuido al conocimiento de la realidad
del campo chileno, del lenguaje popular campesino y/o de las
bellezas naturales de nuestro país? ¿Es lícito
concluir que el valor de sus obras reside en la plasmación
del "alma chilena", si la "chilenidad"
es un concepto que continuamente desborda su propia definición?
Incluso ¿se puede atribuir a la lectura de un texto
el que sus eventuales lectores realicen una acción
consecuente con los problemas allí planteados, como
ocurrió con Emilio Vaisse?30
.
Es probable que estas interrogantes nazcan de las funciones
que tradicionalmente se le han asignado a la literatura en
el plano del compromiso social, rodeando su entorno de misiones
extraestéticas y extraliterarias que facilitan lecturas
situadas31
. En la práctica, la
crítica periodística oficial ha operado, muchas
veces sin proponérselo, sobre esta base y con un claro
predominio de criterios miméticos sobre todo en la
época en que las obras de Marta Brunet fueron publicadas.
Además, puesto que el proceso de recepción implica,
de parte del lector, un reconocimiento del código como
condición necesaria para la comprensión e interpretación
del texto, no resultan raros los efectos de lectura interesados
más en la realidad extraliteraria que en la obra misma.
Un especial énfasis en la exaltación de los
valores nacionales, por ejemplo, utiliza el arte de la escritora
como pretexto para mostrar los defectos de su generación
literaria y, en general, de los escritores nacionales a los
que se acusa, entre otras faltas, de ignorar su propia literatura,
de formar su ideario estético "con burdas traducciones
de escritores foráneos (...) Nuestros escritores jóvenes
desdeñan lo nacional sin juicio discriminativo (...)
Una generación literaria que carece de este conocimiento
y amor a lo nativo, a lo criollo, frústrase en sus
proyecciones nacionales"32
. El diagnóstico
citado de Cuadra Pinto sobre la creación literaria
de la época exime a Marta Brunet de sus negativas apreciaciones,
por cuanto la considera uno de los auténticos valores
de nuestra literatura, "cuyas obras sirven de fundamento
para creaciones posteriores"33
; pero, equivocado o no, lo cierto es que en su comentario
subyace la intención de promover una canonización
del estilo, de la temática y ¿por qué
no? de la forma narrativa de la escritora.
El encasillamiento de Marta Brunet dentro del criollismo
permitió, también, la exclusión silenciosa
por la crítica de otras obras que se apartaban de sus
temas habituales. Es así como
La Mampara, publicada en Buenos Aires en 1947, tuvo escasa
repercusión dentro de la crítica periodística
del país. Habrían de transcurrir cuarenta años
y con motivo de la reedición de la novela por la editorial
Universitaria en 1987, para que la crítica se pronunciara
sobre ella. Desgraciadamente, los comentarios son parcos,
breves reseñas que insisten en su actualidad y vigencia
sin profundizar en la razón de tales afirmaciones.
En algunos casos, la reedición de La
Mampara sirvió para referirse a la biografía
de la escritora: "Para la provincia de Ñuble es
especialmente grato recordar a Marta Brunet nacida en Chillán
en agosto de 1897. Fue una buena escritora desde muy joven.
A Montaña adentro, una
novela corta publicada en 1923, siguieron Bestia
dañina, novela y Don Florindo
(sic), cuentos; María Rosa,
flor de Quillén, Bienvenido,
novelas y finalmente Reloj de Sol,
cuentos"34
. El comentarista
Armando Guerra añade otros
datos bío-bibliográficos y enseguida repite
los juicios de Hugo Montes en su prólogo a dicha edición:
"El crítico Hugo Montes califica este libro como
"una novela de personajes". Esto lo anota la presentación
editorial. Tres son las mujeres de esta obra: la madre y dos
hijas. Al comienzo la condición acomodada, más
tarde pasan a la pobreza. Una pobreza caracterizada por ser
celosamente guardada por la madre, que se esmera en mantener
a una de las hijas en una "falsa situación",
puertas adentro. (...) Son dos mundos diferentes y lejanos,
separados simbólicamente por la mampara de la casa.
Aquí la pobreza, allá la abundancia"35
. Compárese lo citado anteriormente con el comentario
aparecido en el diario "La Segunda" en su sección
"Ficha literaria", "La
Mampara es una novela de personajes: tres son los principales:
El lector conoce a una madre y sus dos hijas, que luego de
vivir tiempos de opulencia, caen en la pobreza. (...) Son
dos mundos completamente opuestos, que Marta Brunet simboliza
en la mampara de la casa. Aquí, la pobreza; allá,
la abundancia"36
.
Como puede observarse las ideas y redacción son similares,
lo cual demuestra descuido y hasta desinterés hacia
la obra comentada. Si bien, la crítica se considera
como orientadora para los lectores, habría que señalar
cierta ligereza en estas apreciaciones que más bien
resultan una especie de relleno en los espacios periodísticos
dedicados a la literatura. Tomemos otro ejemplo; en la reseña
publicada por Revista Atenea, Hugo Montes a propósito
de La Mampara dice: "La
escritora nació hace 90 años, en 1897. Con coquetería
muy femenina y comprensible, se las arregló para que
los historiadores la hicieran nacer en el filo del siglo.
La dura historia, sin embargo, se impone. Sí, hoy sería
una anciana"37
. Más adelante se refiere
a la feliz confluencia entre literatura y diplomacia que en
algún período de la historia de Chile hizo figurar
en cargos diplomáticos a escritores como Gabriela Mistral,
Benjamín Subercaseaux, Díaz Casanueva, Pablo
Neruda, Guzmán Cruchaga, Marta Brunet38
,
concluyendo que es necesario divulgar más sus libros:
"Las Obras Completas, de Zig-Zag están agotadas.
Con el sello de Andrés Bello apareció tiempo
atrás "Montaña
adentro". Y ahora la editorial Universitaria publica
con gusto, acertadamente, "La
Mampara", novela breve de la mejor calidad"39
. Si bien es cierto, Montes señala implícitamente
la necesidad de una reedición de las obras completas
de la escritora, que se encontrarían agotadas, su comentario
sobre La Mampara es casi nulo
comparado con los aportes en su prólogo a esta edición,
la que sirvió -como se ha señalado- de sustrato
y fundamento a la mayoría de los críticos que
opinaron sobre la novela. Dicho de otra manera, la lectura
de La Mampara generó
(d)efectos que distorsionan incluso los objetivos de la crítica
de libros. Cabe suponer, entonces, que esta novela no logró
una real acogida, que su lectura fue defectuosa y que el horizonte
creado en torno a la producción de Marta Brunet, la
dejó a la deriva y en el desconocimiento del público
mayoritario.
Con Amasijo ocurrió
algo similar, en el sentido de la escasez de crítica
que suscitó y en la resistencia de los críticos
a aceptar su incursión en nuevos temas: "Sin embargo,
el tema ciudadano, borrosos, desyuntado, no cuadra a su temperamento,
sobre todo como ella lo trata, apoyándose en una temática
bastante alejada de la realidad, casi siempre buscando criaturas
de excepción, convencionales, demasiado ficticias"40
. Ni siquiera la proximidad con el
galardón recién otorgado, como lo fue el Premio
Nacional de Literatura que recibió en 1961 consiguió
mayor atención para Amasijo
y como nuevas inquietudes se perfilaban en los comienzos de
la década, vale decir, democratización de la
sociedad, difusión del marxismo-leninismo, la revolución
cubana, etc., no es de extrañar la crítica parcial
recibida: "La última parte de la novela -cuyo
desmoronamiento es advertible en su mitad- incide demasiado
profundamente en describir algunas particularidades del pueblo
chileno - "de los barrios bajos", como ella dice-
con un inequívoco desdén, desde el Olimpo de
su cultura. Todos son seres de baja y malignas pasiones, de
un servilismo extremo, que va desde una irrestricta entrega
mercantil a una obsecuencia ilimitada ante el personaje poderoso.
Todo ello es falso y sólo demuestra el desconocimiento
de la autora del medio que trata de reflejar"41
. La cita anterior refleja una vez más como la recepción
es influida por las condiciones histórico-sociales,
lo que lleva a postergar mucho de los sentimientos en latencia
de la obra, obligando a un texto a mostrar un sistema de valores
que no corresponde a está lejos de la realidad novelesca,
porque Ossa sólo intenta mostrar que el desconocimiento,
los prejuicios (supuestos) de clase de la autora la han llevado
a mostrar de manera negativa a sus personajes "de los
barrios bajos" y por lo mismo "... se siente más
cómoda, más asentada cuando describe los ambientes
de la alta burguesía. Por lo demás, tampoco
existe mucha fidelidad en el retrato que hace en la novela
de la clase dirigente"42
, concluyendo que "Toda la novela es solo un intento
frustrado de la autora por salirse de sus habituales temas
que lindan en el criollismo"43
.
Sin
embargo, artículos posteriores reflejan menos distorsiones
en el enfoque de la obra de Marta Brunet. Es probable que
la perspectiva del tiempo y el poder acceder al conjunto de
ella, hagan posible un mejor acercamiento y una valoración
más exacta. En efecto, Carlos Morello ha propuesto
dos etapas en la creación de Marta Brunet, la primera
llamada criollista abarcaría desde Montaña
adentro, Bestia dañina,
María Rosa, flor de Quillén,
Bienvenido y Reloj
de Sol. La segunda comenzaría con La
Mampara, luego Humo hacia el
Sur, Raíz del Sueño,
María de Nadie y, finalmente,
Amasijo 44
. Esta división abre nuevas posibilidades
en el estudio de la novelística y de la obra, en general,
de la escritora. Por otra parte, Miguel Angel Díaz
en un artículo "vida y obra de Marta Brunet"
encuentra en Amasijo una raíz común para todos
los personajes de sus novelas: "Hay, sin embargo, un
elemento común entre Julián García y
los anteriores sujetos de la creación novelesca de
Marta Brunet. Este elemento es la soledad, tema fundamental
de su obra. No es pura casualidad que el personaje más
amable forjado en sus libros se llame "Solita, sola".
Julián García es también un solitario,
un individuo espantosamente solitario"45
.
Es así, como estos enfoques más totalizadores
y menos constreñidos por las circunstancias permitirían
una corrección de los efectos provocados en la singularidad
del momento en que las obras se publican y constituirían
una real contribución para los estudiosos e investigadores
de la obra de Marta Brunet.
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