"¿
La muerte? Es cierto, le puedo contar sólo el origen
de esa preocupación. Viví la parte más
importante de la infancia y de la adolescencia cerca de
un cementerio. Vivíamos en el barrio de Villa Alegre,
y todos los días veía pasar carrozas que entraban
en el cementerio llenas de flores y regresaban vacías.
Nuestros juegos de niños y nuestras picardías
las hacíamos en el cementerio, en medio de las tumbas;
después, iba estudiar mis materias del liceo en medio
de su silencio acogedor. He vivido la muerte en los años
más inocentes de la vida; he experimentado la muerte
en carne propia, puede decirse. La muerte es una constante
en mi poesía. La muerte aparece, en mi poesía
como una fuerza motriz.
" Esos primeros años en el barrio de Villa Alegre
explican muchas cosas de mi poesía. Por ese barrio
entraban los productos agrícolas destino de la feria:
sandías, el vino, el trigo, semillas. La ciudad se
alimentaba por allí, por esa calle, y por allí
salía también la muerte. De cordillera a mar
pasaba la muerte, de mar a cordillera pasaba la vida. Muchas
veces recuerdo, vi cruzarse un piño enorme de vacunos
guiados por huasos gritones y entusiastas con una carroza
y su cortejo silencioso y triste; de lejos los veía
aproximarse, enfrentarse, fundirse y luego separarse, cada
uno hacia su inmutable destino".( fragmento de entrevista
de Edmundo Palacios "El poeta es un hombre del montón"
en Revista Vistazo.Año X, Nº 524.)