EL LEGADO DE BALDOMERO LILLO
Berta López Morales
Universidad del Bío-Bío
Nada
más apropiado que la afirmación de Ortega y
Gasset acerca de que "el hombre es él y su circunstancia"
para describir lo que ha sido Baldomero Lillo tanto en su
vida personal como en la artística. En efecto, ya fuera
por cierta desidia como afirman algunos de sus biógrafos
o por una quebradiza salud como sostienen otros, la verdad
es que su escolaridad reducida a un Segundo de Humanidades
(equivalente a un Octavo Básico de nuestro actual sistema
escolar), indica que este singular joven nacido en Lota en
1867, fue un verdadero autodidacta, aprendiz inteligente de
la realidad que lo circundaba, pero sobre todo un ser sensible
que sintió en carne propia el sufrimiento de los mineros.
Empleado en una de las pulperías de la compañía
carbonífera, los años de estancamiento y monotonía
despertaron en él una insaciable necesidad de leer
todo cuanto caía en sus manos, jugando la casualidad
más que un papel secundario porque ella le proporciona
la lectura de La casa de los muertos de Dostoievski, de Germinal
de Zola y Humo de Turgueneff, lo que unido a su propio instinto
literario lo aleja de las aventuras de Julio Verne y de las
intrigas de capa y espada de Alejandro Dumas, transformándolo
en un lector exigente que, al mismo tiempo, tomaba apuntes
si bien no en el papel, en lo que debe haber sido una memoria
prodigiosa, de la oscura y tenebrosa miseria que allí
se desarrollaba cotidianamente. Y un día, lejos ya,
del riguroso mar y de la aún más terrorífica
mina, comienza a escribir sobre aquello que nutrió
su infancia y juventud, la vida áspera, sin horizontes
y despiadada de esos hombres que, arañando las entrañas
de la tierra, extraen su riqueza sin esperar otra recompensa
que la explotación y un trato inhumano.
¿Cómo escribe Baldomero Lillo, autodidacta,
despachador de la pulpería y más tarde jefe
de la misma? Imaginamos, en primer lugar, que bajo la influencia
de los maestros del naturalismo: narrador en tercera persona
y omnisciente, cuya autoridad inobjetable es tan adecuada
para crear la atmósfera de realidad y verosimilitud
que esta temática reclama. En segundo lugar, que escribe
desprovisto de técnicas, afirmado en la reciedumbre
y sobriedad del idioma y en la fuerza dramática de
sus temas. Y en tercer lugar, que lo hace empujado por las
personas más próximas y cercanas a él,
porque es de todos conocido que el escritor no tenía
pretensiones de fama ni de popularidad. Así su odisea
literaria comienza en 1903, cuando la Revista Católica
organiza un concurso de género narrativo, donde Baldomero
Lillo obtiene el primer lugar con "Juan Fariña.
Leyenda" y bajo el seudónimo de Ars. "Juan
Fariña" se publicó en la Revista Católica
con la siguiente nota que ha sido eliminada en las sucesivas
ediciones del mismo:
"Hace más o menos 30 años que en
el golfo de Arauco a la entrada de Coronel existía
un importante establecimiento carbonífero denominado
"Puchoco Délano".
En la noche de un diecinueve de septiembre el mar inundó
repentinamente la mina. El origen del hundimiento es todavía
un misterio y la presente leyenda está basada en
la tradición conservada entre los mineros."
Estas líneas dan cuenta del origen de muchos relatos
del autor que se han nutrido de las historias contadas por
mineros o campesinos, ya sea como protagonistas o testigos
de los acontecimientos narrados. En la distancia que hoy nos
separa de Baldomero Lillo, y justamente con esa perspectiva
se puede apreciar mucho mejor el proyecto literario implícito
en su obra y sus coincidencias con la generación literaria
siguiente, tan preocupada de la chilenidad y de sus representaciones;
en efecto, tanto Sub terra
como Sub sole
y Relatos populares
constituyen la plasmación de la esencia del hombre
de nuestro país que trabaja sus campos, sus minas o
recoge en sus costas los productos del mar. Sin duda Lillo
representa una vanguardia sin estridencias, cuya contribución
no ha sido reconocida suficientemente.
Es
así como su obra aparece concebida originalmente como
una especie de contrapunto entre lo que sucede bajo tierra
(la mina) y lo que ocurre bajo el sol (en la superficie de
la tierra): Sub terra y Sub sole enlazados por la visión
descarnada del escritor y la tonalidad gris y brumosa que
se impone como trasfondo a cada uno de los dramas allí
narrados; porque Lillo, a pesar de la falta de técnicas
narrativas, es un maestro en la creación de la atmósfera,
en la tensión del ambiente que precede al drama; generalmente
hay una preparación: lo consabido, las condiciones
infrahumanas del trabajo en las minas, luego el abuso que
excede todos los límites soportables y finalmente la
tragedia, como puede observarse en "El grisú",
por ejemplo:
"Viento Negro, lleno de lodo , espantoso, sangriento,
se puso de pie. Un hilo de sangre brotaba de su ojo derecho
e iba a perderse en la comisura de los labios, pero con
paso firme se adelantó y cogiendo el combo se puso
a descargar furiosos golpes en la inclinada viga.
La sonrisa de orgullo satisfecho resplandecía
en la ancha faz del ingeniero. Había domado la fierecilla
y a cada furibundo golpe que hacía resbalar el madero
sobre la roca repetía plácidamente:
- ¡Bien, muchacho, bravo, bien, bien!
El capataz fue el único que percibió el
peligro, pero solo alcanzó a ponerse de pie.(...)Una
llama azulada recorrió velozmente el combado techo
del túnel (...). Los cabellos y los trajes ardieron
y una luz vivísima, de extraordinaria intensidad,
iluminó hasta los rincones más ocultos de
la inclinada galería." (de "El grisú"
en Sub terra . Obras Completas, p. 130)
Pero no es solamente el magistral poder de crear la tensión
lo que caracteriza a los cuentos de Sub terra ni la precisión
rotunda con que traza a sus personajes, como por ejemplo,
la madre del Cabeza de Cobre, el ciego Juan Fariña,
mister Davis o el mismo mocetón apodado Viento Negro;
en cada uno de ellos, la fragilidad, el rencor, la crueldad
o la rebeldía son, respectivamente, sus rasgos más
sobresalientes. Nos importa la creación
de dos tipos de personajes, que en último término
representan dos actitudes distintas de afrontar la vida. Es
así que muchos de los personajes que conforman el conjunto
de cuentos de Sub terra son, además, los antecesores
de los héroes que vendrán más adelante
con Manuel Rojas, Nicomedes Guzmán, Marta Brunet, etc.,
en el sentido de que estos llevan el germen de la rebeldía,
del carácter indomable que no se vence por los infortunios
y, aunque no logran vencer las adversidades ni cambiar el
orden social, su heroísmo consiste en el gesto postrero
que prefiere la muerte antes que el sometimiento. Otros, por
el contrario son héroes pasivos que soportan el abuso
porque no tienen otros medios para ganarse el sustento y el
de sus familias que el trabajo en la mina. El estoicismo,
la resignación, incluso la indiferencia destacan como
formas de enfrentar ese duro destino:
"La criatura medio muerta de terror lanzaba gritos
penetrantes de pavorosa angustia, y hubo que emplear la
violencia para arrancarla de entre las piernas del padre,
a las que se había asido con todas sus fuerzas. Sus
ruegos y clamores llenaban la galería, sin que la
tierna víctima, más desdichada que el bíblico
Isaac, oyese una voz amiga que detuviera el brazo paternal
armado contra su propia carne, por el crimen y la iniquidad
de los hombres.
Sus voces llamando al viejo que se alejaba tenían
acentos desgarradores, tan hondos y vibrantes, que el infeliz
padre sintió flaquear su resolución. Mas aquel
desfallecimiento duró sólo un instante, y
tapándose los oídos para no escuchar aquellos
gritos que le atenaceaban las entrañas, apresuró
la marcha apartándose de aquel sitio. Antes de abandonar
la galería, se detuvo un instante, y escuchó:
una vocecilla tenue como un soplo clamaba allá muy
lejos, debilitada por la distancia:
- ¡Madre! ¡Madre! (de "La compuerta número
12" en Sub terra. Obras completas, p. 118)
Inolvidable
resulta, también, su incursión en el alma campesina
e infantil; recordemos "La mano pegada" entre los
primeros y del que después encontraremos otra versión
en Sub sole con el título de "El vagabundo".
Entre los segundos es necesario destacar "Cañuela
y Petaca" y "Era él sólo". Estos
dos relatos, aunque tienen a niños como protagonistas,
resultan muy disímiles entre sí, el primero
narra las aventuras de dos pequeños que salen de caza,
con un trasfondo festivo, casi cómplice con la picardía
de los dos pilluelos; en cambio en "Era él sólo",
Gabriel es la víctima de la supuesta caridad y generosidad
de una matrona campesina, y sus desventuras se desenvuelven
en un asfixiante clima que sólo puede culminar en tragedia.
La crítica se ha referido a "Cañuela y
Petaca", precisamente por la lejanía que guarda
con el resto de la temática de Lillo y por la referencia
que hace a uno de los gustos personales del escritor: la caza.
Pero, lo que más sorprende en este relato es el humor
que luego encontramos en "Inamible", cuento que
forma parte de Sub sole . El humor no es un elemento frecuente
en Lillo, pero da cuenta de la versatilidad de un autor que,
siguiendo los cánones de su época, adopta en
algunos de sus relatos los aires refrescantes del modernismo
como puede apreciarse en Sub sole con los cuentos "El
rapto del sol" e "Irredención".
En cuanto a "Cañuela y Petaca", puede afirmarse
que es una suerte de antiparábola donde la desobediencia
ocupa el lugar central y que al revés de las estructuras
de aprendizaje, el mensaje final no condena la conducta de
los muchachitos, resolviéndose en un pensamiento socarrón
muy propio del campesino chileno:
"Mientras corría, examinaba el terreno,
pensando que así como el abuelo había encontrado
la caja del arma, él podía muy bien hallar,
a su vez, el cañón o un pedacito siquiera
con el cual se fabricaría un trabuco para hacer salvas
y matar pidenes en la laguna." (de "Cañuela
y Petaca" en Sub terra, Obras Completas, p. 216).
En los relatos que contienen una estructura de aprendizaje,
el relato quedaba abierto a una inferencia que completaba
la lectura y que generalmente es una enseñanza relacionada
con los valores de la sociedad. En el caso de "Cañuela
y Petaca", esto no ocurre ya que la sanción explícita
contenida en el gesto iracundo del abuelo, queda borrada por
la sonrisa del lector, suscitada por la despreocupación
de uno de los niños y su persistencia en la idea de
desafío a la autoridad familiar. Si esta actitud se
compara con la obediencia ciega de Gabriel y el desenlace
trágico que ésta desencadena, habría
que leer los cuentos de Sub terra no sólo como un testimonio
sino también como un texto destinado a la condena de
las actitudes de explotación y abuso con los mineros.
En este sentido el orden de los relatos es significativo:
"Era él sólo" es el penúltimo
de los cuentos y "Cañuela y Petaca", el último.
Sub
sole es el segundo de los libros de Lillo y como ya anticipábamos,
muestra la vida bajo el sol, tal vez menos miserable que la
existencia de los mineros, pero no menos paupérrima
y falta de esperanzas. El libro comienza con "El rapto
del sol", un cuento de corte modernista, por el predominio
de la fantasía y por lo exótico del tema si
bien la preocupación por un mundo mejor y el deseo
de una sociedad sin clases está explícito al
final del cuento:
"De pronto, el monarca sintió que el piso
faltaba bajo sus pies. Agitó los brazos en busca
de apoyo, y dos manos estrecharon las suyas sosteniéndolo
amorosamente. Aquellas manos eran duras y ásperas,
tal vez pertenecían a un esclavo, y su primer impulso
fue rechazarlas con horror; mas, estaban tan yertas, tan
heladas, había tanta ternura en su sencillo ademán,
que un sentimiento desconocido hizo que devolviera aquella
presión. (...) Y aquel foco ardiente era el sol,
pero un sol nuevo, sin manchas, de incomparable magnificencia
que, forjado y encendido por la comunión de las almas,
saludaba con la áurea pompa de sus resplandores a
una nueva Humanidad. ( "El rapto del sol" en Sub
sole . Obras Completas, p. 226)
En general, Sub sole es un libro bastante diferente del primero;
se podría incluso afirmar que es más literario
ya que se observa una mayor elaboración y diversidad
en la temática, como asimismo en el trabajo de la escritura;
su cuento "El vagabundo" es un buen ejemplo de ello
pues, como se ha señalado más arriba, constituye
una reescritura de "La mano pegada". En Sub sole
se pueden leer también cuentos en que está presente
la denuncia social como en "Quilapán", donde
el robo de las tierras a la etnia mapuche constituye el tema
principal. Al respecto, se puede señalar que éste
es un relato de plena actualidad, pues contribuye a la dignificación
del pueblo autóctono, borrando los prejuicios y falsas
creencias que intentan justificar el despojo del que han sido
objeto. Quilapán, como tantos otros personajes de nuestra
literatura, es un personaje emblemático: representa
el amor a la tierra, a la libertad, el respeto a las tradiciones,
el orgullo de la raza araucana y sobre todo al ser humano
que no se doblega ante el poderoso. Entre don Cosme y Quilapán
existe un abismo: el engaño, el fraude, la crueldad
y la falta de respeto a la vida y a la dignidad del otro,
del diferente, los separa. "L carroña" que
servirá de abono a la tierra según don Cosme
es más bien, la metáfora de la memoria colectiva
de un pueblo, que se alimenta del valor y el heroísmo
de sus hijos. Sin embargo, en "El vagabundo" se
muestra la visión contraria: el campesino ignorante
y ladino que se aprovecha de la buena fe de las supersticiones
y de la ingenuidad de sus semejantes, lo que no es óbice
para mantener la prepotencia y la falta de piedad como los
atributos del latifundista.
No obstante la visión bastante realista acerca del
patrón y en general, del rostro del poder, en aquellos
relatos en que el narrador opta por la justicia, ésta
queda en manos de una entidad abstracta, llámese
casualidad, dios o destino, lo cual tampoco es azaroso.
Estos cuentos tuvieron una especial repercusión en
el ambiente literario de la época, formado por escritores
tales como Diego Dublé Urrutia, Eduardo Barrios,
Carlos Mondaca, Augusto Thomson, Rafael Maluenda, su hermano
Samuel Lillo, etc., quienes comprendieron que en estos cuadros,
tanto mineros como campesinos, se manifestaba una fuerza
moral más poderosa que la imaginación, capaz
de informar sus relatos de una fuerza, exenta de artificios
técnicos o estilísticos, pero con una sólida
trabazón en la secuencia dramática del asunto.
En esta forma de mirar el mundo, Baldomero Lillo no es diferente
de los otros miembros de su generación; no se trata
de la imaginación sobreexcitada del artista que,
tomando conciencia de la explotación del trabajador
y del dominio político que ejerce la clase terrateniente
escribe sus panfletos. No, sus cuentos responden a la condición
social de la época y por lo mismo ni el campesino
esclavizado ni el minero casi sepultado en las profundidades
de las galerías, podía erigirse en la figura
que triunfara o venciera al potentado. Así vemos
que don Simón pierde la razón cuando intenta
castigar al vagabundo de la mano pegada, pues para el latifundista
este artilugio representa la resistencia al poder, tal como
lo ha sido la esposa con su salud precaria o el hijo con
sus propios intereses, opuestos a los del padre.
"de pronto todo se aclaró en su espíritu.
El insidioso tañido se extinguió en su corazón
el día en que empuñó en sus manos el
látigo de capataz. Es verdad que sus voces eran ya
muy débiles y apagadas, pues siempre resistió
con entereza sus pérfidas insinuaciones encaminadas
a apartarle de la soñada meta de la fortuna y el
poder. Arrojado de allí, vengativo y malévolo,
fue a buscar albergue en el corazón de su mujer,
donde reinó como soberano absoluto. ¡Ah, cómo
le hizo sufrir, a él, emancipado de toda sensiblería,
aquella naturaleza débil, crédula y enfermiza!
Muerta la esposa, el cascabel, obstinado y rencoroso,
se anidó en el corazón de su hijo. (...) De
repente se estremeció y entreabriendo lentamente
sus cerrados párpados, vio inclinado sobre su rostro
el pálido semblante del vagabundo. Apenas pudo reprimir
un grito de victorioso júbilo: el cascabel estaba
dentro del corazón del mendigo y repicaba con inusitado
brío su perturbado melopea." ( "El vagabundo"
en Sub sole. Obras completas, p. 272- 273)
Un análisis más fino nos introduce en los trastornos
que origina el poder, pero debe bastarnos considerar la locura
del hacendado como la sanción que obtiene por su despotismo
e intransigencia y si consideramos la época en que
se escribe, alrededor de 1907, habría que señalar
una gran osadía de parte del autor, pues en forma sutil
toma partido en contra de los abusos del poder.
Del resto de los cuentos de Sub sole habría que destacar
el "Inamible". El título, formado por una
palabra desconocida y creada por el autor, es sugerente; el
vocablo, según su creador intradiegético, hace
referencia a aquellos animales que suelen quitarle el ánimo
a las personas: culebras, lagartijas, sapos, etc., o que las
asustan y al mismo tiempo se burla de un policía pueblerino
que, celoso cumplidor del deber, no trepida en inventar palabras
que justifiquen su desempeño. Los inconvenientes provocados
por "El Guarén" a sus superiores y el beneficio
que otorga al "infractor" de la ley constituyen
los elementos principales de un relato muy ágil, ameno
y original.
Por último, respecto de Sub sole es necesario señalar
que, a pesar de la crítica obtenida en el momento de
su publicación, este es un libro con una temática
mucho más amplia que Sub terra, y aunque los estudiosos
del escritor echan de menos una prosa más cuidada y
el empleo de una mayor técnica, lo cierto es que Lillo
no podría haber escrito de otra forma que no fuera
ésta, la del corazón y con la fuerza de la verdad
que vio y sintió y en la que supo captar con mucha
perspicacia el verdadero ser del hombre de campo, del minero
y del pescador de nuestro país.
Al
proyecto original de Baldomero Lillo se agregarán los
cuentos que no alcanzaron a publicarse en Sub terra y en Sub
sole y que recogidos por José Santos González
Vera se editan póstumamente con el título de
Relatos Populares en 1942. Después José Zamudio
terminará la tarea de González Vera, publicando
El hallazgo y otros cuentos del mar en 1956 y, finalmente,
en 1962, Pesquisa trágica. Tampoco puede olvidarse
el proyecto inconcluso de Lillo que, inspirado en la tragedia
de los mineros nortinos, masacrados en la Escuela Santa María
de Iquique, se impuso como deber escribir una novela, la que
se titularía La huelga. De ella se han publicados algunos
fragmentos, pero la novela no llegó a término.
Todos los relatos que forman parte de los libros póstumos
mantienen la misma tónica de las dos primeras obras.
En Relatos Populares destacan "La propina", "Malvavisco",
"Tienda y trastienda", "Mis vecinos" por
el sentido del humor que da cuenta de la idiosincrasia del
chileno; "En el conventillo" y "Las "niñas""
por la introducción al tema del hacinamiento, centrado
en la solidaridad de los pobres más que en la promiscuidad
o en el exceso de información sobre las vidas privadas
de sus moradores. "El angelito" y "La chascuda"
son interesantes como muestras de la tradición y de
cómo surgen las leyendas; pues el último de
los cuentos citados, pese a relatar la destrucción
de una leyenda deja una idea que, con el transcurso del tiempo,
logrará finalmente asentarse en la memoria popular.
Otra veta que llama la atención en la obra de Lillo
es una especie de aproximación a los relatos de Edgard
Allan Poe como "El barril de amontillado", por ejemplo.
En efecto, se trata de relatos de horror, entre los que cabe
señalar "El calabozo número 5", "El
anillo", "Pesquisa trágica", "El
perfil", "Carlitos" y también en Sub
terra , "El pozo", "Era él sólo";
en Sub sole , "Víspera de difuntos" y en
Relatos Populares, "Sobre el abismo". En todos ellos,
la crueldad unida a un elemento inesperado crea una tensión
especial, un pathos, una sacudida emocional en la se unen
el espanto, la impotencia e incluso una sonrisa amarga. Como
puede observarse, Baldomero Lillo cubrió todas las
gamas del relato breve: suspenso, humor, costumbres, denuncia
social, leyenda con un fondo y trasfondo claramente nacional.
La identidad del pueblo, su idiosincrasia, sus bondades y
su dolor han sido tratados con finas o toscas pinceladas,
pero lo que es innegable, con una fuerza y autenticidad propias
de los grandes y verdaderos artistas, lo que fácilmente
puede constatarse por la persistencia de su obra.
|
|
Menú
Principal
El
Autor
Biobibliografía
Cronología
Semblanza
Su
Obra
Legado
Catálogo
Comentario
Estudios
Investigación
Monografías
Artículos
Imágenes
Fotografías
Videos
Enlaces
|